Esta mes (el día 19) muchos nos quedamos desolados con la muerte de Frank McCourt tras luchar contra un cáncer de piel y una meningitis. Creo que a todos se nos viene a la cabeza el Frankie niño y su fortaleza, que conocimos en Las cenizas de Ángela o bien en su adaptación cinematográfica (maravillosa por cierto). Frank nos dejó como legado cuatro libros. De ellos me resta por leer El profesor y Ángela y el niño Jesús. Como en su día ya hablé del primero de ellos, uno de mis libros favoritos, hoy dejo como homenaje a este gran escritor (sí, por derecho propio) un fragmento de Lo es, novela que cuenta como Frankie traza su camino por América, conociéndolo como adulto.
Frank descubre lo que es una biblioteca...
"Me dicen que me mueva por allí con libertad, que eche una ojeada a la Sala de Lectura Principal, en el tercer piso. No se parecen en nada a los bibliotecarios de Irlanda, que montaban guardia y protegían los libros contra la gente de mi calaña.
El espectáculo de La Sala Principa de Lectura, Norte y Sur, me hace temblar las rodillas. No sé si será por las dos cervezas que me he tomado o por la emoción de mi segundo día en Nueva York, pero el caso es que estaban a punto de saltárseme las lágrimas cuando contemplo los kilometros de estanterías y me doy cuenta de que jamás seré capaz de leerme todos esos libros, aunque viviese hasta final de siglo. Hay hectáreas enteras de mesasa relucientes ante las que se sientan personas de todas clases a leer todo el tiempo que quieran los 7 días a la semana, y nadie te molesta a no ser que te quedes dormido y ronques. Hay secciones de libros ingleses, irlandeses, americanos, de literatura, de política, de religión y a mí me da escalofrios pensar que puedo venir aquí siempre que quiera y leer lo que quiera, todo el tiempo lo que quiera con tal de que no ronque."
El espectáculo de La Sala Principa de Lectura, Norte y Sur, me hace temblar las rodillas. No sé si será por las dos cervezas que me he tomado o por la emoción de mi segundo día en Nueva York, pero el caso es que estaban a punto de saltárseme las lágrimas cuando contemplo los kilometros de estanterías y me doy cuenta de que jamás seré capaz de leerme todos esos libros, aunque viviese hasta final de siglo. Hay hectáreas enteras de mesasa relucientes ante las que se sientan personas de todas clases a leer todo el tiempo que quieran los 7 días a la semana, y nadie te molesta a no ser que te quedes dormido y ronques. Hay secciones de libros ingleses, irlandeses, americanos, de literatura, de política, de religión y a mí me da escalofrios pensar que puedo venir aquí siempre que quiera y leer lo que quiera, todo el tiempo lo que quiera con tal de que no ronque."
1 comentario:
¡¡¡¡Qué bonito!!! Yo también me sentiría así ante una gran biblioteca. Es una mirada llena de inocencia, pura, hermosísima. Un pasaje magnífico de amor hacia los libros. Me ha encantado.
Gracias por compartirlo, Alex.
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