domingo, junio 29, 2008

Fragmentos: NADA de Carmen Laforet


" Quizá me ocurra esto porque he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos. Estoy segura de que mi madre y mis hermanos tienen la certeza de su utilidad indiscutible en este mundo, que saben en todo momento lo que quieren, lo que les parece mal y lo que les parece bien… Y que han sufrido muy poca angustia ante ningún hecho.
(...)
Me compensaba el trabajo que me llegaba a costar poder ir limpia a la Universidad, y sobre todo parecerlo junto al aspecto confortable de mis compañeros. Aquella tristeza de recose los guantes, de lavar mis blusas en el agua turbia y helada del lavadero de la galería con el mismo trozo de jabón que Antonia empleaba para fregar sus cacerolas y que por las mañanas raspaba mi cuerpo bajo la ducha fría.
(...)
De todas maneras, yo misma, Andrea, estaba viviendo entre las sombras y las pasiones que me rodeaban. A veces llegaba a dudarlo.
Aquella misma tarde había sido la fiesta de Pons. Durante cinco días había yo intentado almacenar ilusiones para esa escapatoria de mi vida corriente. Hasta entonces me había sido fácil dar la espalda a lo que quedaba atrás, pensar en emprender una vida nueva a cada instante. Y aquel día yo había sentido como un presentimiento de otros horizontes.
Mi amigo me había telefoneado por la mañana y su voz me llenó de ternura por él. El sentimiento de ser esperada y querida me hacía despertar mil instintos de mujer; una emoción como de triunfo, un deseo de ser alabada, admirada, de sentirme como la Cenicienta del cuento, princesa por unas horas, después de un largo incógnito. Me acordaba de un sueño que se había repetido muchas veces en mi infancia, cuando yo era una niña cetrina y delgaducha, de esas a quienes las visitas nunca alaban por lin- das y para cuyos padres hay consuelos reticentes.
Esas palabras que los niños, jugando al parecer absortos y ajenos a la conversación, recogen ávidamente: «Cuando crezca, seguramente tendrá un tipo bonito», «Los niños dan muchas sorpresas al crecer»... Dormida, yo me veía corriendo, tropezando, y al golpe sentía que algo se desprendía de mí, como un vestido o una crisálida que se rompe y cae arrugada a los pies. Veía los ojos asombrados de las gentes. Al correr al espejo, contemplaba, temblorosa de emoción, mi transformación asombrosa en una rubia princesa —precisamente rubia, como describían los cuentos—, inmediatamente dotada, por gracia de la belleza, con los atributos de dulzura, encanto y bondad, y el maravilloso de esparcir generosamente mis sonrisas… Esta fábula, tan repetida en mis noches infantiles, me hacía sonreír, cuando con las manos un poco temblorosas trataba de peinarme con esmero y de que apareciera bonito mi traje menos viejo, cuidadosamente planchado para la fiesta. «Tal vez —pensaba yo un poco ruborizada— ha llegado hoy ese día.» "

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta obra marcó un antes y un después en la historia de la literatura española. A pesar de su ambivalente crítica, hay que reconocer que fue más que una sorpresa que el primer certamen del Premio Nadal, nacido originariamente para abrir las puertas del mundillo literario a jóvenes escritores, cumpliera su promesa y eligiera a la totalmente y jovencísima desconocida de veintitrés años Carmen Laforet cuando se rumoreaban nombres de escritores de "categoría" ya asentados en su carrera literaria.
Y Laforet hizo temblar a algunos españoles de ira, ya les gustase o no la novela, y a otros, de conmoción, como preguntándose de dónde había salido esa chica pobretona de clase baja.
Pero esa chica dijo grandes verdades en su libro.
Fue verdaderamente una diana de chistes malos y críticas sarcásticas como:"Después de Nada no vino nada", así de poco originales.
Sin embargo, Laforet seguiría escribiendo, incluso póstumamente, algo que suele pasar con cierta frecuencia, se publicó una novela inédita suya.
Pobre Carmen. Abandonó este mundo sin saber muy bien dónde estaba. Murió de Alzheimer. Sin embargo su dignidad era extraordinaria durante sus entrevistas. Tan joven.
Nos queda su legado.
Y yo lanzo una pregunta al vacío:
¿Serían capaces ustedes de escribir una sola novela tan buena como Nada?
Y, sobre todo,¿qué preferirían?:¿Ser un prolífico escritor menor de cientos de best seller que no dicen nada o aportar al mundo un solo libro que rompa con todo e inicie un nuevo movimiento literario?
¿Lo hubieran hecho mejor que ella todos cuantos la criticaron?
Desde aquí, allá donde estés, sabes que eres mi Carmen, Carmen Laforet.

La chica de la luna dijo...

Iba a empezar este libro y de casualidad encontré este blog ¿coincidencias? no sé ni quien eres pero también a mi me gusta la literatura. Si no te importa, te añado a mis "dignos de ver" para poder seguirte cada día.

Alexandre dijo...

De nuevo gracias por leerme. Nada es uno de los mejores libros de la literatura española, espero que te guste.

Saludos.