jueves, junio 26, 2008

LA METAMORFOSIS de Franz Kafka


«Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto.» Tal es el abrupto comienzo, que nos sitúa de raíz bajo unas reglas distintas, de La metamorfosis, sin duda alguna la obra de Franz Kafka (1883-1924) que ha alcanzado mayor celebridad. Escrito en 1912 y publicado en 1916, este relato es considerado una de las obras maestras de este siglo por sus innegables rasgos precursores y el caudal de ideas e interpretaciones que desde siempre ha suscitado.


La metamorfosis es la primera obra que leo que Franz Kafka. Me interesé especialmente por este autor después de la lectura de una novela de Paul Auster (sobre el vínculo que se establece de un libro a otro escribiré más adelante, me parece un tema interesante). Es un relato corto pero muy intenso, se puede decir que se lee del tirón hasta llegar a un final desolador e impactante, final que hizo que no olvide nunca a Gregorio Samsa. El título es el más adecuado para el relato, porque de la transformación de Gregorio y de las consecuencias para su vida, es de lo que habla. Gregorio sufre un terrible rechazo de su familia, a la que sustenta. Sobre este libro tan reflexivo se han hecho numerosas interpretaciones, yo me quedo con los extremos reflejados de la crueldad humana en situaciones difíciles, y la atroz intolerancia de la sociedad hacia lo diferente. Debemos estar agradecidos al amigo escritor de Kafka, porque de no ser por él, el manuscrito de esta obra no hubiera visto la luz. Esto me hace pensar la cantidad de historias que nos habremos perdido de autores que tenían y tienen valía.

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" Cuando Gregorio Samsa despertó aquella mañana, luego de un sueño agitado, se encontró en su cama convertido en un insecto monstruoso. Estaba echado sobre el quitinoso caparazón de su espalda, y al levantar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas durezas, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia. "

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