lunes, diciembre 24, 2007

LAS MOCEDADES DE ULISES de Álvaro Cunqueiro


En Las mocedades de Ulises, la fantasía de Cunqueiro toma el mito homérico como pretexto. Ulises, Agamenon, Penélope, Edipo, Helena, Hércules, Medea, Menelao, París y Poseidón, conviven en singular anacronismo como Amadís de Gaula, los Doria, Don Enrique el Navegante, Doña Ginebra, el duque de Mantua, Otelo, Ricardo Corazón de León, Virgilio… Y así por ejemplo resulta que Ricardo Corazón de León fue abuelo de Ulises. Mitos helenizantes, deidades cristianas, piadosas e increíbles hagiografías, justas caballerescas de amor cortés o las consejas mágicas de un aquelarre romántico y rural se alternan en este libro henchido de erudición clásica y de dulces y evocadores arcaísmos. Adentrémonos pues por la maraña jubilosa de estas mocedades que uno hubiera querido para sí, vagancias de libre primogénito en una tierra antigua y acaso fatigada. Y de la mano de este singular Ulises vayamos desvelando paisajes, enhebrando misterios y poblando de seres maravillosos un orbe antiguo que, por otra parte, nos llega limpio y transparente como si acabara de nacer.


El propio autor define el libro diciendo que no es una novela, yo me quedo con que es una historia. Una historia muy bien ambientada, con un aire de misticismo y leyenda hermoso. Este autor tiene una prosa muy elaborada, brillante, pero no consiguió que me involucrara con los personajes. Tardaré bastante en volver a este autor porque a la gran cantidad de pendientes que tengo por leer se suma el hecho de que el libro en conjunto apenas me ha entusiasmado. Probablemente el que menos lo haya hecho este año.


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“La goleta se quedaba sin viento. Los días se sucedían iguales con meridiana visita de gaviotas. El cielo se encapotaba con blancas y algodonosas nubes, y alboreteaba siempre con niebla baja y calma, madre de inmenso silencio. Pero en las primeras horas nocturnas se asomaban a sus ventanas las claras estrellas.”


“Dicen que San Ulises inventó el remo y el deseo de volver al hogar. Ya había remos en tiempos de San Ulises, pero es seguro que él inventó un remo. Muchas veces yo tengo nostalgia de mi país. Me viene el mal al atardecer, en otoño porque se van las golondrinas, en enero porque florecen los almendros, en mayo porque canta la calandria, en julio porque el viento trae a la terraza de mi casa pétalos de amapolas. Y entonces siento el remo de San Ulises a mi costado. Si en ese instante alargase la mano, encontraría el remo sujeto con un estrobo de ilusiones al corazón.”

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