El nuevo hogar de los Carver está rodeado de misterio. En él aún se respira el espíritu de Jacob, el hijo de los antiguos propietarios, que murió ahogado. Las extrañas circunstancias de esa muerte sólo empiezan a aclararse con la aparición de un diabólico personaje: el Príncipe de la Niebla,capaz de conceder un deseo a una persona a un alto precio...
El libro lo empecé sin crearme ningún tipo de expectativas, sabía de antemano que no me encontraría con otra Sombra del viento(¿quizás por eso lo disfruté más?). Con su lectura me llevé una sorpresa en el sentido de que el planteamiento de la novela no estaba dentro de lo que había leído de novela juvenil hasta ahora, al menos de las que leí de adolescente. Sí, puedo decir que no es una novela juvenil convencional. Por momentos te encuentras con pasajes de gran carga psicológica, un asfixiante terror psicológico (la figura del Príncipe de la Niebla es escalofriante). Me encantó toda la trama de misterio en la que se ven involucrados los tres protagonistas, Alicia, Max y Roland, y como se resuelve todo en ese trepidante desenlace. Aparte de este trío de protagonistas también me pareció destacable el personaje del abuelo, Víctor Kray, su historia y la lucha por su nieto, además de su dedicación al faro.
Siempre me han gustado los escenarios de pueblos costeros o pesqueros, esta ambientación hizo que disfrutará más con la historia .Además, me gustó especialmente la recreación y ese halo de misterio del carguero Orpheus (sí, me resultó tan atractivo como en la ilustración de la portada). Esta es la primera novela de Zafón y me parece bastante elaborada, es un brillante debut, para mí es una novela bastante recomendable.
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“El tiempo, querido Max, no existe; es una ilusión. Incluso tu amigo Copérnico hubiese adivinado eso si hubiera tenido precisamente tiempo. ¿Irónico, verdad?”
“Ahora sé que la vida del hombre se divide básicamente en tres períodos. En el primero, uno ni siquiera piensa que envejecerá., ni que el tiempo pasa ni que desde el primer día, cuando nacemos, caminos hacia un único fin. Pasada la primera juventud, empieza el segundo período, en el que uno se da cuenta de la fragilidad de la propia vida y lo que en un principio es una simple inquietud va creciendo en el interior como un mar de dudas e incertidumbres que te acompañan el resto de tus días. Por último, al final de tu vida, se abre el tercer período, el de la aceptación de la realidad, y consecuentemente el de la resignación y la espera. A lo largo de mi existencia he conocido a muchas personas que se quedaron ancladas en alguno de esos estadios y nunca lograron superarlos. Es algo terrible.”
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