Ricardo ve cumplido, a una edad muy temprana, el sueño que en su Lima natal alimentó desde que tenía uso de razón: vivir en París. Pero el reencuentro con un amor de adolescencia lo cambiará todo. La joven, inconformista, aventurera, pragmática e inquieta, lo arrastrará fuera de sus pequeñas ambiciones. Testigos de épocas convulsas y florecientes en ciudades como Londres, París, Tokio o Madrid, ambos personajes verán sus vidas entrelazarse sin llegar a coincidir del todo.
Travesuras de la niña mala me ha sorprendido muy gratamente, antes sólo había leído de este autor Pantaleón y las Visitadoras, y esta última lectura me ha gustado mucho más. Esta novela tiene mucho de autobiográfica porque el escritor vivió en París, Londres y Madrid, y quizás haya mucho de él en Ricardo, entusiasta de la literatura francesa y rusa. Aparte de los dos protagonistas, con lo que más disfruté fue con los viajes en los que se ve envuelto Ricardo tras los pasos de la niña mala. El libro es un viaje por Lima, París, Londres, Tokio y ya por último Madrid. Las drescripciones de las ciudades y su vida allí son fascinantes, y me quedo con la recreación de París, donde Ricardo vivió la mayor parte de de su tiempo, según sus propias palabras era su sueño envejecer allí sin más aspiraciones. Al mismo tiempo que vive allí, va conociendo los cambios sociopolíticos que se están produciendo. En París asiste al nacimiento de los movimientos revolucionarios de compatriotas suyos, que intentan implantar el modelo de Cuba en Perú y el resto de América Latina. Ricardo nunca olvida a la niña mala, por eso se ve arrastrado por ella.
Como personajes son muy distintos, por eso llama la atención la pasión y el vínculo tan fuerte que los une. Esta novela romántica explora todas las naturalezas del amor con la complicada historia entre Ricardo y la niña mala. Hay distintos tipos de amor y algunos hasta no contemplan el romanticismo. Esto es algo clave para comprender lo idealizado que se tiene el amor y la complejidad de las relaciones humanas.
La niña mala todo lo contrario a Ricardo, es muy ambiciosa y no le importa sacudir los esquemas de los demás para obetener lo que quiere. Atractiva en su innumerables caras, siempre sale a flote. Es una persona poco común, quizás por eso como personaje se hace mucho más atractiva que el niño bueno, bastante frecuente, pretendiendo llevar una vida sedentaria. Pero Ricardito compensa esto, con su devoción y amor sincero y su pasión por la literatura.
Una historia de amor muy recomendable, que salta de momentos trágicos a verdaderamente cómicos y surrealistas. Me ha entusiasmado tanto que voy a leer pronto La fiesta del chivo, que lo tengo pendiente en la estantería. Me ha devuelto el interés por Mario Vargas Llosa.
***
"Una luz débil con una luz levemente rosada bañaba las piedras de Notre Dame. La mole parecía ligera por la simetría perfecta de sus partes que se equilibraban y sostenían con delicadeza, para que nada se desajustara ni soltara. La historia y la luz tamizada cargaban esa fachada de alusiones y resonancias, de imágenes y preferencias. Había muchos turistas, tomándose fotos. ¿Era la misma catedral escenario de tantos siglos de historia de Francia, la misma que inspiró la novela de Victor Hugo que me había exaltado tanto cuando la leí, de niño, en Miraflores en casa de la tía Alberta? Era la misma y otra, añadida de mitologías y sucesos más recientes. Bellísima, transmitía una impresión de estabilidad y permanencia, de haber escapado a la usura del tiempo. La niña mala me oía alabar a Notre Dame como si oyera llover sumida en sus pensamientos."
Travesuras de la niña mala me ha sorprendido muy gratamente, antes sólo había leído de este autor Pantaleón y las Visitadoras, y esta última lectura me ha gustado mucho más. Esta novela tiene mucho de autobiográfica porque el escritor vivió en París, Londres y Madrid, y quizás haya mucho de él en Ricardo, entusiasta de la literatura francesa y rusa. Aparte de los dos protagonistas, con lo que más disfruté fue con los viajes en los que se ve envuelto Ricardo tras los pasos de la niña mala. El libro es un viaje por Lima, París, Londres, Tokio y ya por último Madrid. Las drescripciones de las ciudades y su vida allí son fascinantes, y me quedo con la recreación de París, donde Ricardo vivió la mayor parte de de su tiempo, según sus propias palabras era su sueño envejecer allí sin más aspiraciones. Al mismo tiempo que vive allí, va conociendo los cambios sociopolíticos que se están produciendo. En París asiste al nacimiento de los movimientos revolucionarios de compatriotas suyos, que intentan implantar el modelo de Cuba en Perú y el resto de América Latina. Ricardo nunca olvida a la niña mala, por eso se ve arrastrado por ella.
Como personajes son muy distintos, por eso llama la atención la pasión y el vínculo tan fuerte que los une. Esta novela romántica explora todas las naturalezas del amor con la complicada historia entre Ricardo y la niña mala. Hay distintos tipos de amor y algunos hasta no contemplan el romanticismo. Esto es algo clave para comprender lo idealizado que se tiene el amor y la complejidad de las relaciones humanas.
La niña mala todo lo contrario a Ricardo, es muy ambiciosa y no le importa sacudir los esquemas de los demás para obetener lo que quiere. Atractiva en su innumerables caras, siempre sale a flote. Es una persona poco común, quizás por eso como personaje se hace mucho más atractiva que el niño bueno, bastante frecuente, pretendiendo llevar una vida sedentaria. Pero Ricardito compensa esto, con su devoción y amor sincero y su pasión por la literatura.
Una historia de amor muy recomendable, que salta de momentos trágicos a verdaderamente cómicos y surrealistas. Me ha entusiasmado tanto que voy a leer pronto La fiesta del chivo, que lo tengo pendiente en la estantería. Me ha devuelto el interés por Mario Vargas Llosa.
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"Una luz débil con una luz levemente rosada bañaba las piedras de Notre Dame. La mole parecía ligera por la simetría perfecta de sus partes que se equilibraban y sostenían con delicadeza, para que nada se desajustara ni soltara. La historia y la luz tamizada cargaban esa fachada de alusiones y resonancias, de imágenes y preferencias. Había muchos turistas, tomándose fotos. ¿Era la misma catedral escenario de tantos siglos de historia de Francia, la misma que inspiró la novela de Victor Hugo que me había exaltado tanto cuando la leí, de niño, en Miraflores en casa de la tía Alberta? Era la misma y otra, añadida de mitologías y sucesos más recientes. Bellísima, transmitía una impresión de estabilidad y permanencia, de haber escapado a la usura del tiempo. La niña mala me oía alabar a Notre Dame como si oyera llover sumida en sus pensamientos."
"Desde que tenía uso de razón soñaba con vivir en París. Probablemente fue culpa de mi papá, de esos libros de Paul Féval, Julio Verne, Alejandro Dumas y tantos otros que me hizo leer antes de matarse en el accidente que me dejó huérfano. Esas novelas me llenaron la cabeza de aventuras y me convencieron de que en Francia la vida era más rica, más alegre, más hermosa y más todo que en cualquier otra parte."
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