EL ORDEN Y EL CAOS de Louise Cooper

Aun en peligro de caer en manos de sus enemigos, él debía encontrar a Cyllan antes de que lo hiciera el Círculo. Sólo entonces podría cumplir el compromiso que se había impuesto de enfrentarse con los dioses, pues únicamente éstos eran capaces de destruir la piedra y el mal que había en ella.

Un desenlace apoteósico para una de las mejores trilogías de fantasía que he tenido la oportunidad de leer, la conclusión es sin duda el mejor libro de la trilogía. La anunciada batalla entre el Orden y el Caos llega. Y por fin quedan cerradas todas las tramas de cada uno de los personajes, aunque el epílogo da pie a una posible continuación (que más tarde escribiría). Si en la anterior entrega quien más sorprendía era Cyllan, en esta lo es Tarod. Su lucha interna, su bivalencia y su desesperación por que camino tomar.

En definitiva, yo recomendaría esta trilogía a todos los seguidores del género, la considero imprescindible dentro de la fantasía épica. Es una lástima que el libro inicial The Lord of No Time, haya permanecido inédito en castellano, pues es el nacimiento de Tarod y de esta gran historia, hubiese sido muy interesante leerlo. Por mi parte, no leeré la secuela La puerta del caos, pues prefiero quedarme con la imagen de estos grandes personajes dentro de El Señor del Tiempo. Pero si me adentraré en otros mundos de Louise Cooper.

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“Lentamente Keridil se hincó de rodillas sobre el duro suelo de roca. Inclinó la cabeza al doblarse sobre sus propias manos cruzadas, y empezó a orar. Pero ya no sabía a que dioses tenía que rezar.”

“El árbol florido del rincón se convirtió en una columna de llamas blancas y una luz cegadora inundó el patio. Lenguas de fuego cayeron sobre la jaula y los barrotes de madera se encendieron como antorchas. Entonces vio él que se lanzaba a través del rugiente arco de fuego que consumía la jaula, iluminada grotescamente su figura y contraída su cara en una expresión salvaje de triunfo.”

“Sus dedos se movieron inquietos y la piedra del Caos captó y reflejó un vivo destello de luz. Se había creido inmune a su influencia pero se había equivocado; los lamentables sucesos del día anterior lo habían demostrado sin dar lugar a dudas. El antiguo poder había vuelto a él y lo había empleado sin reparar en sus consecuencias… y ahora se debatía entre la aversión a la piedra y el embriagador conocimiento de que volvía a estar entero. Por muy maligna que pudiese ser la joya, fuese cual fuese su herencia caótica, contenía su alma y sin ella habría sido poco más que una cáscara vacía.”