sábado, septiembre 27, 2008

SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS de Miguel Delibes


Novela que relata la historia del propio autor, encarnado en un pintor famoso junto a su esposa Ángeles, representada en el personaje de Ana.Un canto al amor, que expresa la propia angustia del autor frente a la pérdida de los seres queridos, y su temor a la muerte.Esta mujer, que le dio siete hijos y un amor inmenso, se separa de su lado a causa de la enfermedad que la conduce a su desaparición física, pero no en sus recuerdos.El título proviene de un retrato de Ana, pintado por un artista admirado por ella, donde la eternizó de ese modo, con un vestido rojo, en un fondo representado simplemente por una mancha gris.

La estructura del libro es como si de una carta se tratara, una larga carta dirigida de un padre a su hija, y mediante ella conocemos a su madre y permanece vivo su recuerdo de una manera especial. Esta pequeña joya se lee del tirón. Es libro más melancólico que he leído hasta ahora de Delibes. Aparte del drama hay dibujadas muchas anécdotas que reflejan el entrañable carácter de Ana y su relación con el pintor y sus hijos.

Lo recomiendo, como todo lo que lei del autor.

Ninguno de los dos era sincero pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarla, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, caminábamos cogidos de la mano: ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió ella.

“Amaba el libro, pero el libro espontáneamente elegido. Ella entendía que el vicio o la virtud de leer dependían del primer libro. Aquel que llegaba a interesarse por un libro se convertía inevitablemente en esclavo de la lectura. Un libro te remitía a otro libro, un autor a otro autor, porque en contra de lo que solía decirse, los libros nunca te resolvían problemas sino que te los creaban, de modo que la curiosidad del lector nunca quedaba satisfecha. Y, al apelar a otros títulos, iniciabas una cadena que ya no podía concluir sino con la muerte. Sentía avidez por la letra impresa. Y me la contagió. Fue ella la que me aproximó a los libros, a ciertos libros y autores. En realidad, me abrió las puertas de ese mundo.”

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