sábado, julio 12, 2008

EL HECHIZO DEL LOBO de Anna Ciddor


En el mundo de los vikingos, la magia se encuentra en todas partes. Las runas, unas piedras grabadas con signos, constituyen una de sus artes más poderosas. Si descifras los enigmas en clave al final de cada capítulo de Magia Vikinga, descubrirás sus secretos.Oddo cada vez es más hábil con la magia, y Thora ha aprendido a hacer todas las pócimas imaginables. Sus familias ya los aceptan como son. Por fin, parece que la tranquilidad ha llegado a sus vidas. Pero todo cambia cuando el Gobernador del Rey anuncia que su pueblo deberá pagar un tributo. ¿Cómo conseguirán pagarlo, si apenas tienen para vivir? Las familias de Oddo y Thora confían en ellos para salir del apuro. Si quieren salvar a sus seres queridos del castigo del Rey tendrán que emplear todo su ingenio y echar mano de su talento.

El hechizo del lobo es la segunda entrega de la trilogía Magia Vikinga. Entre la lectura del primero y el segundo han pasado tres años. No puedo valorar bien los personajes, pero en esta segunda parte he visto más marcada la evolución de Oddo y Thora, los niños que nos presentaron en La runa secreta. Si bien es una fantasía enfocada a lectores jóvenes, creo que puede ser disfrutada por lectores de todas las edades. La autora tiene un estilo que no cae en estereotipos, la historia lo único que tiene de infantil son sus dos protagonistas de 11 años. Una lectura trepidante de aventuras que habla de valores como la amistad para reafirmarse. Me gustó el guiño del final.


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“Cuando prendió la madera seca, Oddo soltó un grito de triunfo. La alegría le ofreció un vigor adicional. Se incorporo sobre las rodillas y encajó la llameante flecha en el arco. Entonces el corazón le dio un vuelco. Con el fuego rugiendo a lo largo del asta,¿cómo iba a apuntar bien? ¡Y sólo disponía de una oportunidad! Con el estomago encogido tensó la cuerda, deslizó la mirada por el brazo y lanzó la flecha”

“De las sombras avanzando como un príncipe, surgió la majestuosa figura de un enorme lobo. Oddo sintió que se le aceleraba el corazón, pero Thora se limitó a bajar el brazo. Vio con asombro que ella susurraba algo a la bestia, y que después se arrodillaba y dejaba que se le acercara y le tocara la punta de la nariz con el hocico.”

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