lunes, octubre 01, 2007

JUAN MARTÍN EL EMPECINADO de Benito Pérez Galdós

De entre las variadas formas que adoptó la lucha contra el invasorfrancés, JUAN MARTÍN EL EMPECINADO y los suyos bien pueden encarnar a todosy cada uno de los españoles que abandonaron sus familias y ocupaciones paraformar en el ejército espontáneo de la guerrilla. Alrededor de él se muevenrecios y pintorescos tipos de guerrilleros, como el tremendo mosén Antón Trijueque y, asimismo, Gabriel de Araceli, cuya peripecia constituye elcontrapunto novelesco a la cruda realidad de la guerra.


Noveno episodio nacional. Desde las primeras páginas ya se percibe la emoción, y es que este episodio es uno de los más dinámicos y con una trama mayor. Está lleno de sorpresas y de los llamados golpes de efecto. Galdós hace que mantengamos la intriga siempre. En esta entrega conocemos una nueva perspectiva histórica, que a mí me resultó muy interesante: el movimiento de las guerrillas contra los ejércitos napoleónicos. Vemos el verdadero patriotismo de algunos que luchan desinteresadamente por defender a su país. En este sentido el autor dibuja muy bien la figura de Juan Martín el Empecinado, un personaje que admiras por su valor, su formar de transmitir ánimos a sus guerrilleros hasta el final, su determinación…Siempre en cada episodio suele aparecer un personaje nuevo que despunta, en esta ocasión es el curioso mosén Antón Trijueque, un clérigo con alto valor guerrillero y con ansias de poder, que despierta sentimientos encontrados. Además vemos a un Gabriel más maduro y con más valor que nunca. Las conversaciones entre Antón y Gabriel de Araceli en mi opinión son de los mejores momentos de la novela. También hay cabida para partes emotivas como las protagonizadas por el Empecinadillo. Este escritor siempre me ha encantado a la hora de representar a niños.


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"Anteriormente he contado a ustedes las hazañas de los ejércitos, las luchas de los políticos, la heroica conducta del pueblo dentro de las ciudades; pero esto, con ser tanto, tan vario y no poco interesante, aunque referido por mí, no basta al conocimiento de la gran guerra.
Ahora voy a hablar de las guerrillas, que son la verdadera guerra nacional; del levantamiento del pueblo en los campos, de aquellos ejércitos espontáneos, nacidos en la tierra como la hierba nativa, cuya misteriosa simiente no arrojaron las manos del hombre; voy a hablar de aquella organización militar hecha por milagroso instinto a espaldas del Estado, de aquella anarquía reglamentada, que reproducía los tiempos primitivos."
"-La claridad es lo primero -dijo el héroe- y no hay cosa que más me enfade que ver un escrito sin comas, donde uno no sabe cuándo ha de tomar resuello. Bien; puedes comearlo como quieras... Adelante... porque había dejado en tierra de Guadalajara la división de D. Antonio Sardina; pero Durán llevaba consigo toda su gente, y toda la de D. Antonio Tabuenca y D. Bartolomé Amor (punto, un punto grande). Reuníamos entre todos 5.000 hombres... ¿Hombres con h? Me parece que se pone sinh... No estoy seguro. En el infierno debe estar el que inventó la otografía, que no sirve más sino para que los estudiantes y los gramáticos se rían de los generales... Adelante: Pues como iba diciendo a vuecencia... no, no: quita el como iba diciendo... eso no es propio, y pon: el 26 de Setiembre entre dos luces, aparecimos Durán y yo sobre Calatayud y les sacudimos a los franceses tan fuerte paliza... " (dedicado a Devorita)
"Yo desprecio a todos: me basto y me sobro. Fuerte soy en la adversidad y no bajo, no, del alto picacho donde clavo los garfios de mis patas y desde donde os veo, como ratas que corren tras una miga de pan... ¡Quieres que cante el yo pecador y me humille ante ti...! ¡Eso jamás, jamás, jamás!"
"Las grandes almas desprecian las pequeñeces del mundo. "
"-Dame un beso, amor mío, que me voy. Despídete de tu querido papá. El chiquillo se aferró a mi cuello con toda su fuerza, y ocultando el rostro, sacudió sus patitas que azotaron la cara del formidable zapador. Gruñendo y jurando alejose este, después de darme las buenas noches con muy mal talante. La débil esperanza que me había reanimado por un momento, desaparecía. "

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