martes, abril 08, 2008

DESCUBRIMIENTOS: MIAU de Benito Pérez Galdós


Sátira implacable del Madrid burocrático de la época, Miau -publicada en 1888- es una de las grandes novelas de Benito Pérez Galdós (1843-1920). Precedida de una penetrante introducción de Ricardo Gullón, en ella, los diversos hilos argumentales del complejo relato que narra la progresiva caída de Villaamil, arquetipo del cesante, son anudados con mano maestra y desembocan en un final esperpéntico, a la vez trágico y caricaturesco.


Cuarta novela que leo de Galdós y cuarta novela que no me defrauda. Si no hubiera leído antes Fortunata y Jacinta, este libro hubiera sido mi favorito del escritor. Como siempre vemos a un Galdós comprometido con su época mostrando la realidad social de entonces. Esta vez hace una sátira del sistema burocrático de aquella época, vemos la corrupción de ese sistema, como gente poco cualificada asciende en la escala laboral y otros como el señor Villaamil son olvidados. Esta situación no nos es lejana ahora. Si algo me gusta de este autor es como consigue meterte en los ambientes y escenarios desdes las primeras páginas, acabas de comenzar la novela y sin darte cuenta ya empiezas a pasear por las calles de Madrid en compañía de Luisito. Como en otras de sus novelas es un genio creando personajes. Diría que ninguno sobra en la historia, porque todos terminan desempeñando un cometido. Tenemos a las Miaus doña Pura, superficial e intolerante, Milagros y Abelarda, al despota Víctor Cadalso, al imponente Ramón Villamil y a su entrañable nieto Luis Cadalso. De todo ellos destacaría a Luisito y a su abuelo don Ramón. Me quedo con la perseverancia y angustia de don Ramón, y la inocencia de Luis con su sentimiento de culpa y de sus entrañables conversaciones con Dios. Sin esa tierna visión del niño el libro no hubiera sido lo mismo. En la línea de Galdós, un final trágico, muy duro de leer por momentos, pero que también te deja reflexionando. Creo que es imprescindible para los seguidores de Galdós y en mi opinión es un libro muy adecuado para empezar con él.


***

“Un hombre alto y seco, los ojos grandes y terroríficos, la piel amarilla, toda ella surcada por pliegues enormes en los cuales las rayas de sombra parecían manchas; las orejas transparentes, largas y pegadas al cráneo, la barba corta, rala y cerdosa, con las canas distribuidas caprichosamente, formando ráfagas blancas entre lo negro; el cráneo liso y de color de hueso desenterrado, como si acabara de recogerlo de un osario para taparse con él los sesos. La robustez de la mandíbula, el grandor de la boca, la combinación de los tres colores negro, blanco y amarillo, dispuestos en rayas, la ferocidad de los ojos negros, inducían a comparar tal cara con la de un tigre viejo y tísico, que después de haberse lucido en las exhibiciones ambulantes de fieras, no conserva ya de su antigua belleza más que la pintorreada piel.”


" ¡Ay, Dios mío!, el último de los artesanos, el triste mendigo de las calles me han causado envidia en esta temporada; así como ahora, desahogado y libre, no me cambio por el Rey, no, no me cambio; lo digo con toda el alma»."


"El chiquillo subió con presteza. Abriole la puerta una señora cuya cara podía dar motivo a controversias numismáticas, como la antigüedad de ciertas monedas que tienen borrada la inscripción, pues unas veces, mirada de perfil y a cierta luz, daban ganas de echarle los sesenta, y otras el observador entendido se contenía en la apreciación de los cuarenta y ocho o los cincuenta bien conservaditos."


"«Pero abuelito, parece que eres tonto. ¿Por qué estás pidiendo y pidiendo a esos tíos de los ministerios, que son unos cualesquiera y no te hacen caso? Pídeselo a Dios, ve a la iglesia, reza mucho, y verás cómo Dios te da el destino». Todos se echaron a reír; pero en el ánimo de Villaamil hizo efecto muy distinto la salida del inspirado niño. Por poco se le saltan al buen viejo las lágrimas, y dando un golpe en la mesa con el cabo del tenedor, decía: «Ese demonches de chiquillo sabe más que todos nosotros y que el mundo entero»."


"Hijo mío, ve aprendiendo, ve aprendiendo para cuando seas hombre. Del que está caído nadie se acuerda y lo que hacen es patearle y destrozarle para que no se pueda levantar..."

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