martes, noviembre 30, 2010

LOS HERMANOS CORSOS de Alexandre Dumas

Los hermanos corsos, 1844, ambientada en Córcega y Francia en el año 1841, y narrada en primera persona por el mismo Alexandre Dumas, cuenta sus experiencias en un viaje a esa isla, cuando, al alojarse en la casa de los de Franchi, conoció a la señora Savilia y a su hijo Lucien, joven alegre y extrovertido, inclinado a la vida de campo, quien le cuenta que tiene un hermano gemelo llamado Louis que vive en París y es, por el contrario, tranquilo y sosegado. Al nacer, ambos estaban unidos por el costado y, aunque fueron separados, esa unión se mantuvo para siempre haciendo sentir a uno el dolor del otro y viceversa, sin importar la distancia que los separase... 
A través de la vida de esta familia corsa y de la mirada extranjera de un ilustre espectador, el lector se acercará a las costumbres de Córcega en el siglo XIX, especialmente a las relativas a las famosas vendettas, y a las del París de la época, con sus fiestas y sus retos a duelo.
El argumento y las sugerentes imágenes de la novela han propiciado que haya sido llevada al cine en numerosas ocasiones.

La venganza después de una cruel injusticia parece una constante en la obra de Alexandre Dumas, esto lo aprendimos muy bien todos los que vibramos leyendo aquella inmortal novela: El Conde de Montecristo. Pero esta vez en Los hermanos corsos se hablan de las vendettas, que por aquel entonces en la isla de Córcega era toda una cultura.

El comienzo de la historia ya sorprende, con la descripción de Dumas que es el propio narrador en esta historia y es un personaje más, lo que me pareció curioso. Todo lo descrito, transmite que el escritor adora Córcega y se adapta pronto a la vida allí. Rápidamente se siente cómodo con la señora Savilia Franchi y su hijo Lucien, y se involucra en la historia de esta familia. Así es como conoce todo sobre el hermano gemelo de Lucien: Louis.  La novela tiene claramente dos partes diferenciadas. La segunda parte se desarrolla cuando Dumas viaja solo a París, allí se encuentra con Louis. A partir de ahí, el ritmo de la trama crece de forma vertiginosa. Sólo Dumas hubiera podido crear esta historia de intriga, duelos, misterio… Tiene su sello.

El final es trepidante, aparte de que se devoran las últimas páginas, el ambiente de tensión es impresionante, y un detalle importante de la trama será clave. Así que con todo esto, sólo puedo decir que me encuentro ante otra novela más del maestro Dumas que me ha encantado y recomiendo.
Por cierto, tengo que decir que la edición de este libro es realmente bonita, así como la portada.


“-¿Y desde entonces se ha repetido la aparición?-preguntó Lucien.
-No, aunque lo he llamado con bastante frecuencia; pero puede que Dios conceda la pureza del niño los privilegios que niega a la corrupción del hombre.”

“Nos detuvimos en la puerta de Duvisme, lo justo para pedir una caja de pistolas, pólvora y balas, y a continuación partimos poniendo los caballos al trote.”

EL MANDARÍN de José María Eca de Queiroz

«En la lejana China existe un mandarín inmensamente rico. Nada sabes de él, ni de su nombre, ni de su rostro, ni de la seda con que se viste. Para heredar sus inagotables riquezas basta con que toques esa campanilla que está a tu lado sobre un libro. El mandarín tan sólo exhalará un suspiro en los confines de Mongolia. Al momento será un cadáver. Y tú verás a tus pies más oro del que puedes soñar. Tú, que estás leyendo esto y eres hombre mortal, ¿tocarás la campanilla?»

Mi primera lectura prevista sobre este autor portugués era El primo Basilio, pero antes se me adelantó esta delicia de novela corta llamada El mandarín, cuyas 90 páginas se leen en casi nada, como si de un cuento (oriental en este caso) se tratara.
Teodoro conoce la existencia de una increíble campanilla de un mandarín, toma la decisión de tocar, pues si lo hace, el mandarín morirá y heredará todas sus inmensas riquezas. Teodoro no sabe lo que acaba de hacer, aunque al principio la euforia del poder no le ha le haga consciente…  El protagonista si algo aprende es que la riqueza absoluta y poder no otorgan felicidad, sino todo lo contrario más bien, sobre con el grado de deterioro moral y destrucción personal. Si uno se para a reflexionar es aterrador. De esta historia, con viajes a Oriente y fantásticas descripciones, el autor nos deja con un inquietante final. De todo esto, se puede sacar un análisis positivo u optimista, y es que aferrarnos a tenernos más cosas materiales no nos hará más felices.

La primera experiencia Queiroz ha sido gratificante, sin duda es un buen narrador, así que recomiendo esta novela corta. Yo de momento iré descubriendo su obra. El próximo que reseñaré aquí es El primo Basilio. Una amiga mía lo define como el Galdós portugués. Ya os iré comentando mis impresiones sobre este nuevo autor.


"Nuestros ojos humedecidos encontraban a veces un cuadro de satín negro encima del diván, donde figuraban, en caracteres chinos, frases sagradas del libro sagrado de Li-Nun sobre los deberes de la esposa. Pero ninguno de nosotros entendía el chino... Y en el silencio, nuestros besos volvían a comenzar, espaciados, sonando dulcemente y comparables (en la lengua florida de aquellos países) a perlas que caen, una a una, sobre una bandeja de plata... ¡Oh, suaves siestas de los jardines de Pekín! ¿Dónde estáis ahora? ¿Dónde estáis, hojas muertas de los lirios escarlata del Japón?"