GUSTAVE FLAUBERT (1821-1880) no fue sólo un magistral adelantado de lamodernidad, sino que fue también gran contador de historias, prodigiosocaptador de ambientes y extraordinario creador de caracteres. Lapersistente admiración que despierta MADAME BOVARY se debe sin duda aque constituye un personaje literario excepcional. Al hechizo que ejercela figura de la protagonista hay que añadir la perfección formal de lanovela y la sabia combinación argumental de rebeldía, violencia,melodrama y sexo, «los cuatro grandes ríos ?afirma en su prólogo alvolumen Mario Vargas Llosa? que bañan su vasta geografía». Un apéndicerecopilado por Consuelo Berges, traductora de la obra, reúne loscomentarios del autor a lo largo de los cuatro años de elaboración delmanuscrito.
Terminado el libro se han cumplido las expectativas que puse en él, me habían hablado muy bien de él y no me ha defraudado. El estilo de Flaubert me ha encantado, por momentos es muy descriptivo pero no se me hace denso, consigue recrearte completamente en los escenarios de la historia. Me gustó como recreaba ese mundo rural, sus gentes… El libro mantiene el interés durante toda la narración aunque la tercera parte es la más dinámica, no paran de suceder cosas hasta un final inesperado. Algunas partes del desenlace me sorprendieron bastante. Es muy trágico, en la línea de otros libros contemporáneos a este, en el sentido del mensaje moralista. De los personajes hay muchos destacables, muy diversos, unos más logrados que otros. En concreto mis favoritos son el boticario Homais, me pareció el más coherente, consecuente con sus actos y fiel a sus ideales y Charles Bovary, que me ha gustado sobre todo por su bondad, su amor desinteresado por Emma, su perseverancia… Después hay personajes que no me terminaron de convencer como Emma y León, me parecieron contradictorios, a veces me despertaron antipatías y en otras ocasiones no. Emma por momentos me recordó a Fortunata por ser tan pasional, aunque el fondo de las dos es muy diferente. Por el tema del adulterio es inevitable comparar ambas novelas. Desde luego Flaubert será otro de mis autores a tener en cuenta.
***
"En las hermosas tardes de verano, a la hora en que las calles tibias están vacías, cuando las criadas juegan al volante en el umbral de las puertas, abría la ventana y se asomaba. El río que hace de este barrio de Rouen como una innoble pequeña Venecia, corría allá abajo, amarillo, violeta, o azul, entre puentes, y algunos obreros agachados a la orilla se lavaban los brazos en el agua. De lo alto de los desvanes salían unas varas de las que colgaban madejas de algodón puestas a secar al aire. Enfrente, por encima de los tejados, se extendía el cielo abierto y puro, con el sol rojizo del ocaso. ¡Qué bien se debía de estar allí! ¡Qué frescor bajo el bosque de hayas! Y el muchacho abría las ventanas de la nariz para aspirar los buenos olores del campo, que no llegaban hasta él."
"Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas. "
"Todas quellas existencias acumuladas allí suscitaban en Emma una impresión de vértigo, y su corazón se henchía profundamente, como si las ciento veinte mil almas que palpitaban cerca de ella le hubiesen transmitido, todas al unísono, el hálito de las pasiones que ella les suponía. Su amor se dilitaba ante el espacio y se enardecía con los confusos murmullos que ascendían hacia ella, y este amor, al mismo tiempo, lo proyectaba hacia afuera, hacia las plazas, los paseos, las calles, y todo ello hacía que la vieja ciudad normanda apareciera ante sus ojos como una capital desmesurada como una Babilonia en la que de repente irrumpía"
"Tengo una religión, mi religión, y tengo más que todos ellos, con sus comedias y sus charlatanerías. Por el contrario, yo adoro a Dios. ¡Creo en el Ser Supremo, un Creador, cual¬quiera que sea, me importa poco, que nos ha puesto aquí abajo para cumplir aquí nuestros deberes de ciudadanos y de padres de familia; pero no necesito ir a una iglesia a besar bandejas de plata y a engordar con mi bolsillo un montón de farsantes que se alimentan mejor que nosotros! Porque se puede honrarlo lo mismo en un bosque, en un campo, o incluso contemplando la bóveda celeste como los antiguos. Mi Dios, el mío, es el Dios de Sócrates, de Franklin, de Voltaire y de Béranger. Yo estoy a favor de la Profesión de fe del vicario saboyano y los inmortales principios del ochenta y nueve. Por tanto, no admito un tipo de Dios que se pasea por su jardín bastón en mano, aloja a sus amigos en el vientre de las ballenas, muere lanzando un grito y resucita al cabo de tres días: cosas absurdas en sí mismas y completamente opuestas, además, a todas las leyes de la física; lo que nos demuestra, de paso, que los sacerdotes han estado siempre sumidos en una ignorancia ignominiosa, en la que se esfuerzan por hundir con ellos a los pueblos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario