Tiempos Difíciles no es sólo un tratado genuino de la realidad efervescente de la segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra: las tensiones liberales provocadas por una huelga en el sector textil. Constituye, además, una crítica al utilitarismo más radical, y, en un plano más secundario y marginal, abroda el tema del matrimonio como reflejo de su infeliz experiencia personal.
Otra de las novelas de Dickens que no me ha defraudado. Se ha convertido en uno de mis libros favoritos. Dickens crea una fantástica galería de personajes. Es fascinante como consigue caracterizarlos de forma tan perfecta, llegas a vivir la historia con ellos. Son personajes variopintos y cada uno aporta algo a la historia a su manera, todos merecen una mención. Mis favoritos son Esteban, Raquel, Ceci Jupe y Luisa. Me encanta la bondad de Raquel, su abnegación, su gran confianza en Esteban hasta el final. Esteban es muy noble y horado. Me pareció el más coherente, sobre todo por sus ideales. Me gusta su relación con Raquel. Ceci es un personaje que despierta mucha lástima. Su infancia no es nada fácil, pero a pesar de ello conserva su altruismo y bondad. Es entrañable. Luisa es tan noble y generosa que llega al extremo de perjudicarse. Me encanta su evolución tan marcada, su constancia y valor. Los más odiosos para mí fueron Bounderby y Tom Gangrid, seres sin escrúpulos, vacíos, tan egoístas que no les importa dañar a los más desfavorecidos para su beneficio. Como en otras de sus obras, se ve al autor comprometido con su sociedad. Refleja muy bien la lucha del proletariado por sus derechos, la tensión social. Hace una dura crítica a las grandes diferencias que impone ese sistema tan radical, que oprime a los más desfavorecidos. Hace un fiel reflejo desde los dos lados: la clase acomodada y los trabajadores humildes y oprimidos. También me encantó su reivindicación a la importancia de la imaginación, el que todos deban tener el derecho a soñar. Lo veo fundamental. Un libro que no podeis dejar pasar. Es uno de mis preferidos de Dickens.
***
“-¡Maldita sea la hora en que nací para un destino semejante! El señor Gradgrind la miró, entre perplejo y asustado, repitiendo de un modo automático: -¿Qué maldices la hora? ¿Qué maldices la hora? -¿Cómo pudisteis vos darme la vida y despojarme de todos los dones inapreciables que la distinguen de un estado de muerte consciente? ¿Dónde han quedado los adornos de mi alma ¿Dónde los sentimientos de mi corazón? ¿Qué habéis hecho, padre mío, qué habéis hecho del jardín que debió florecer en mí en medio de la gran soledad de este mundo? -Luisa se golpeó con ambas manos el pecho-. Si hubiese estado aquí dentro ese jardín, tan sólo sus cenizas me habrían bastado para salvarme del vacío en que se hunde toda mi vida. No quise nunca decíroslo”
“Si yo hubiera sido ciega, si hubiese tenido que buscar mi camino a tientas, pero hubiese gozado de libertad, conociendo exactamente las formas y superficies de las cosas, para ejercitar hasta cierto punto mi imaginación con respecto a ellas, hoy sería un millón de veces más sabia, más feliz, más cariñosa, más satisfecha, más inocente y humana en todos los aspectos que lo que soy, teniendo estos ojos míos para ver.”
"-¿De qué os quejáis de un modo general vosotros, los trabajadores? -repitió el señor Bounderby, cruzándose de brazos. Esteban lo miró un momento algo indeciso; pero de pronto pareció tomar una resolución. -Señor, aunque yo he tenido mi parte de sufrimientos, nunca tuve habilidad para exponerlos. Señor, vivimos metidos en un embrollo. Fijaos en nuestra ciudad..., con todo lo rica que es..., y ved la gran cantidad de personas que han tenido la idea de reunirse aquí para tejer, para cardar y para ganarse la vida, todos con el mismo oficio, de un modo u otro, desde que nacen hasta que los entierran. Fijaos en cómo vivimos, en dónde vivimos, en qué apiñamiento y con qué uniformidad todos. Fijaos en cómo las fábricas funcionan siempre, sin que con ello nos acerquen más a ninguna meta determinada y distante.., como no sea a la muerte. Fijaos en el concepto en que nos tenéis, en lo que escribís acerca de nosotros, en lo que decís de nosotros, en las comisiones que enviáis a los ministros con quejas de nosotros y en que siempre tenéis razón y jamás la tuvimos nosotros en todos los días de nuestra vida. Fijaos en cómo todas estas cosas han ido creciendo y creciendo, haciéndose más voluminosas, adquiriendo mayor amplitud, endureciéndose más y más, de año en año, de generación en generación. ¿Quién que se fije con atención en todo esto no dirá, si es sincero, que es un embrollo?"
“-Señor yo soy hombre de pocos conocimientos y de maneras ordinarias para que pueda indicar a este caballero el modo de mejorar todo esto..., aunque hay en esta ciudad trabajadores de más talento que yo y podrían hacerlo... pero sí que puedo decirle qué es lo que no mejorará jamás la situación. La mano dura no la mejorará. Con vencer y triunfar en los conflictos no se mejorará. Poniéndose de acuerdo para dar siempre, contra naturaleza, la razón a una de las partes, y quitársela siempre, contra toda lógica, a la otra parte, jamás, jamás se mejorará. Mientras se aísle a millares y millares de personas que viven todas de la misma manera, metidas siempre en idéntico embrollo, por fuerza han de ser como un solo hombre, y vosotros seréis como otro solo hombre, con un mundo negro e imposible de salvar entre unos y otros, mientras subsista esta situación desdichada, sea poco o sea mucho tiempo. No se mejorará la situación ni en todo el tiempo que ha de transcurrir hasta que el Sol se vuelva hielo, si se persiste en no acercarse a los trabajadores con simpatía, paciencia y métodos cariñosos como hacen ellos unos con otros en sus muchas tribulaciones, acudiendo al socorro de sus compañeros necesitados con lo que a ellos mismos les está haciendo falta... No lo hacen mejor, esa es mi humilde opinión, los trabajadores de ninguno de los países por donde ha viajado el caballero. Sobre todo valorándolos como tanta o cuánta mano de obra y moviéndolos como números en una suma, o como máquinas, igual que si ellos no tuviesen amores y gustos, recuerdos e inclinaciones, ni almas que pueden entristecerse, ni almas capaces de esperar... ; menospreciándolos como si para nada contasen ellos, cuando están tranquilos, y echándoles en cara la falta de sentimientos humanos en sus tratos con vosotros, cuando ellos se desasosiegan...; de ese modo, señor, no se mejorará la situación mientras el mundo sea mundo y no vuelva a la nada de que Dios lo sacó.”
"Esteban parecía más viejo, pero era porque su vida había sido dura. Dícese que toda la vida tiene sus rosas y sus espinas; hubiérase dicho, sin embargo, que en la de Esteban había habido una equivocación o desgracia y que debido a ello, le correspondieron a alguién sus rosas y fueron a parar a Esteban todas las espinas que correspondían a ese alguién, además de las suyas propias. Para emplear sus mismas palabras, había tenido un montón de dificultades y como llano homenaje a esta realidad, solían llamarle generalmente el viejo Esteban. El viejo Esteban que era bastante cargado de espaldas, ceñudo, de expresión reflexiva, mirada perspicaz, cabeza suficientemente voluminosa, cubierta por unos cabellos largos, ralos, entrecanos, podía pasar por un hombre extraordinariamente inteligente para su condición social. No lo era, sin embargo. No figuraba entre esos extraordinarios brazos que reuniendo durante muchos años los pequeños retazos de tiempo de sus socios, llegaban a dominar ciencias difíciles y adquirían el conocimiento de las cosas más inesperadas. Era un buen tejedor mecánico y un hombre honrado a carta cabal. Si algo más era y si algo más llevaba dentro de sí, dejemos que nos lo manifieste él mismo."
“-Eres un ángel… ¡Que Dios te bendiga! -Ya te he dicho Esteban que sólo soy tu pobre amiga. Los ángeles son otra cosa. Hay una sima muy profunda entre una mujer obrera llena de defectos y los ángeles del cielo. Mi hermanita sí que está entre ellos; pero ya no es lo que fue. -Tú me has cambiado Raquel, de mal en bien. Has conseguido que yo anhele humildemente parecerme más a ti y que sienta temor de perderte cuando haya terminado esta vida y se haya aclarado el embrollo de la misma. Eres un ángel, y acaso hayas tú salvado la vida de mi alma.”
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