Benina y su ama Doña Paca viven en la miseria. Sin que su ama lo sepa, Benina recorre todos los días las calles de Madrid para mendigar, la única forma de subsistencia que encuentra para las dos. En la calle tiene algunos amigos como el mendigo Almudena y Don Frasquito. Mientras mendiga en la iglesia Carlos, un pariente de Doña Paca, le pide que le visite al día siguiente.
Después de leer tres novelas suyas, Benito Pérez Galdós me sigue sorprendiendo. Misericordia se ha convertido en una de mis novelas favoritas. Galdós nunca defrauda con su estilo, me encanta como caracteriza a sus personajes, describiéndolos con todo detalle. Te haces una perfecta idea de ellos. Es fascinante como describe su vida cotidiana, como recrea el Madrid de aquella época de forma fantástica como en Fortunata y Jacinta. También es apasionante por la gran cantidad de diálogos animados (quien podría olvidarse de las charlas de Benina con Doña Paca ymendigo Mordejay), que hacen la lectura rápida. Consigue crear una galería de personajes fascinante. Cada uno tiene su propio protagonismo y aporta algo a la historia, es una unión de varias tramas. Entre los que más me gustaron se encuentran Benina, Don Frasquito (me gusta su rectitud, su humildad), Doña Paca (aunque al final me decepciona) y el mendigo Almudena (da el toque cómico a la historia). Benina se ha convertido en mi personaje favorito de Galdós (superando incluso a Maximiliano Rubin, que mira que era difícil). Su altruismo, bondad y abnegación, me encantaron. Me encandiló su capacidad de lucha, su negativa a rendirse, su gran optimismo en los momentos más duros. Es una novela muy dura, describe de forma bastante realista la increíble miseria que se vive en las calles, la lucha desesperada por la supervivencia, la angustia de la mendicidad. Me gusta la crítica que hace a la hipocresía de los ricos con su supuesta caridad y abnegación hacia los más desfavorecidos. Muy recomendable, es lo mejor que he leído de Galdós después de Fortunata y Jacinta. También está entre mis novelas favoritas de literatura española.
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" Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y oscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida sobre la frente; sobre ella, pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergeño y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesta de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Le faltaban sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podía creerse que hacía las veces de ésta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo. "
"-Los sueños, los sueños, digan lo que quieran -manifestó Nina-, son también de Dios; ¿y quién va a saber lo que es verdad y lo que es mentira? -Cabal... ¿Quién te dice a ti que detrás, o debajo, o encima de este mundo que vemos, no hay otro mundo donde viven los que se han muerto?... ¿Y quién te dice que el morirse no es otra manera y forma de vivir?... -Debajo, debajo está todo eso -afirmó la otra meditabunda-. Yo hago caso de los sueños, porque bien podría suceder, una comparanza, que los que andan por allá vinieran aquí y nos trajeran el remedio de nuestros males. Debajo de tierra hay otro mundo, y el toque está en saber cómo y cuándo podemos hablar con los vivientes soterranos. Ellos han de saber lo mal que estamos por acá, y nosotros soñando vemos lo bien que por allá lo pasan... No sé si me explico... digo que no hay justicia, y para que la haiga, soñaremos todo lo que nos dé la gana, y soñando, un suponer, traeremos acá la justicia». "
" Lo que digo: quieren que no haiga pobres, y se saldrán con la suya. Pero pa entonces, yo quiero saber quién es el guapo que saca las ánimas del Purgatorio... Ya, ya se pudrirán allá las señoras almas, sin que la cristiandad se acuerde de ellas, porque... a mí que no me digan: el rezo de los ricos, con la barriga bien llena y las carnes bien abrigadas, no vale... por Dios vivo que no vale"
"¿Te atreverías a decir algo ofensivo de mí? ¡Que no he sabido llevar el Cargo y Data! ¿Y qué? ¿Quién te ha dicho a ti que las señoras son tenedoras de libros? El no llevar cuentas ni apuntar nada, no era más que la forma natural de mi generosidad sin límites. Yo dejaba que todo el mundo me robase; veía la mano del ladrón metiéndose en mi bolsillo, y me hacía la tonta... Yo he sido siempre así. ¿Es esto pecado? El Señor me lo perdonará. Lo que Dios no perdona, Benina, es la hipocresía, los procederes solapados, y el estudio con que algunas personas componen sus actos para parecer mejores de lo que son. Yo siempre he llevado el alma en mi rostro, y me he presentado a los ojos de todo el mundo como soy, como era, con mis defectos y cualidades, tal como Dios me hizo... ¿Pero tú no tienes nada que contestarme?... ¿O es que no se te ocurre nada para defenderte? "
"Trató de explicar la atracción que, en el estado de su espíritu, sobre él ejercían los áridos peñascales y escombreras en que a la sazón se encontraba. Realmente, ni él sabía explicárselo, ni Benina entenderlo; pero el observador atento bien puede entrever en aquella singular querencia un caso de atavismo o de retroacción instintiva hacia la antigüedad, buscando la semejanza geográfica con las soledades pedregosas en que se inició la vida de la raza... ¿Es esto un desatino? Quizás no. "
"Andando, andando, hijo, se llega de una parte del mundo a otra, y si por un lado sacamos el provecho de tomar el aire y de ver cosas nuevas, por otro sacamos la certeza de que todo es lo mismo, y que las partes del mundo son, un suponer, como el mundo en junto; quiere decirse, que en donde quiera que vivan los hombres, o verbigracia, mujeres, habrá ingratitud, egoísmo, y unos que manden a los otros y les cojan la voluntad. Por lo que debemos hacer lo que nos manda la conciencia, y dejar que se peleen aquellos por un hueso, como los perros; los otros por un juguete, como los niños, o estos por mangonear, como los mayores, y no reñir con nadie, y tomar lo que Dios nos ponga delante, como los pájaros... "
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