Publicada en 1884, entre "El doctor Centeno" y "La de Bringas", obras con las cuales ofrece una suerte de continuidad, "Tormento" gira en torno a la figura de Amparo Sánchez Emperador, joven huérfana y humilde en quien confluyen las fantasías, sentimientos y deseos de Pedro Polo-sacerdote carente de auténtica vocación y que por ella ha roto el celibato- y Agustín Caballero-indiano riquísimo, mas carente de toda experiencia en las hipocresías, mentiras y disimulos que forman el entramado de la sociedad a la que regresa y en la que desea integrarse-, personajes ambos que encarnan la eterna pugna galdosiana entre naturaleza y sociedad. En torno a ellos se desenvuelve una magnífica galería de personajes secundarios, como Felipe Centeno, José Ido del Sagrario, y sobre todo, Rosalía y Francisco Bringas, que dan vivacidad extraordinaria al relato.
Uno de los mejores libros de Galdós (y eso es ya decir mucho). Una muy buena opción para inciarse en el universo Galdosiano. Fascinantes los personajes de Amparo y Agustín. Un final impresionante.
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"Es indispensable cortar por lo sano, buscar el daño en su raíz, y ¡zas!... echarlo fuera. Si no, estás perdido. ¿Que esto te dará un gran dolor?... Pues no hay más remedio que sufrirlo. Luego vendrán los días a cicatrizarte, los días, sí, que pasarán uno tras otro sus dedos suaves y amorosos, y cada uno te quitará un poco de dolor, hasta que se te cierre la herida. Si tienes miedo y en vez de cortar por lo sano quieres curarte con cataplasmas, el mal te vencerá, llegarás a convertirte en una bestia, y serás el escándalo de la sociedad y de nuestra clase. "
“Bruto, necio, simple, o no sé qué nombre darte... ¿para qué te metiste en la civilización? ¿Quién te manda a ti salir de tu terreno, que es la comarca fronteriza, donde los hombres viven pegados al remo de un trabajo tosco? Me estoy riendo de tu extravagante prurito de sentar plaza en medio del orden, de ser una rueda perfecta en estos mecanismos regulares de Europa... ¡Vaya un fiasco, amiguito!... Háblate de la familia; pondérate el Estado; recréate en la Religión... A las primeras de cambio, la civilización, asentada sobre estas bases como un caldero sobra sus trébedes, se cae y te da un trastazo en la nariz y te descalabra y te tizna todo, poniéndote perdido de vergüenza y de ridiculez... Vida regular, ley, régimen, método, concierto, armonía... no existís para el oso. El oso se retira a sus soledades; el oso no puede ser padre de familia; el oso no puede ser ciudadano; el oso no puede ser católico; el oso no puede ser nada, y recobra su salvaje albedrío... Sí, rústico aventurero, ¿no ves qué triste y tonto ha sido tu ensayo? ¿No ves que todos se ríen de ti? ¿No conoces que cada paso que das es un traspié? Eres como el que no ha pisado nunca mármoles, y al primer paso se cae. Eres como el cavador que se pone guantes, y desde que se los pone pierde el tacto, y es como si no tuviera manos... Vete, huye, lárgate pronto, diciendo: 'zapato de la sociedad, me aprietas y te quito de mis pies. Orden, Política, Religión, Moral, Familia, monsergas, me fastidiáis; me reviento dentro de vosotras como dentro de un vestido estrecho... Os arrojo lejos de mí y os mando con doscientos mil demonios...».”
“Recréate, hombre sin mundo, en tu contradicción horrible, y no la llames desafuero sino ley, porque la vida te la impone, y no hacemos nosotros la vida, sino es la vida quien nos hace... Y a ti, ¿qué te importa el qué dirán, de que has sido esclavo? Te criaste en la anarquía, y a ella, por sino fatal, tienes que volver. Se acabó el artificio. ¿Qué te importa a ti el orden de las sociedades, la Religión, ni nada de eso? Quisiste ser el más ordenado de los ciudadanos, y fue todo mentira. Quisiste ser ortodoxo; mentira también, porque no tienes fe. Quisiste tener por esposa a la misma virtud; mentira, mentira, mentira. Sal ahora por el ancho camino de tu instinto, y encomiéndate al Dios libre y grande de las circunstancias. No te fíes de la majestad convencional de los principios y arrodíllate delante del resplandeciente altar de los hechos... Si esto es desatino, que lo sea.”
“Un tren que parte es la cosa del mundo que más semejanza tiene con un libro que se acaba. Cuando los trenes vuelvan, abríos y páginas nuevas.”
“-Cada hombre es hechura de su propia vida. El hombre nace, y la Naturaleza y la vida le hacen. El mismo derecho que tiene esta sociedad para decirme «¿por qué no eres igual a mí?» tengo yo para decirle a ella «¿por qué no eres como yo?». A mí me han hecho como soy el trabajo, la soledad, la fiebre, la constancia, los descalabros, el miedo y el arrojo, el caballo y el libro mayor, la sierra de Monterrey, el río del Norte y la pútrida costa de Matamoros... ¡Ay! Cuando se ha endurecido el carácter, como los huesos, cuando a uno se le ha pintado su historia en la cara, es imposible volver atrás. Yo soy así; la verdad, no tengo maldita gana de ser de otra manera.”
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