jueves, enero 01, 2009

DESCUBRIMIENTOS: La túnica negra de Wilkie Collins


Una abadía incautada, un pasado inconfesable, un matrimonio fraudulento, una herencia disputada... Tras un trágico incidente que le atormenta sin descanso, el apuesto Lewis Romayne se aísla en su casa de campo, alejado de la alta sociedad londinense, hasta que la hermosa e inteligente Stella le rescata de su reclusión voluntaria. Mientras, el padre Benwell urde un ambicioso plan para que la iglesia recupere una vieja abadía que se encuentra en los terrenos de Romayne, aunque para ello tenga que interponerse entre los dosjóvenes.El peso de la culpa, el lastre de los prejuicios, la asunción del papel social que la cuna impone, o las decepciones derivadas de las relaciones humanas son sólo algunos de los múltiples temas que aborda Wilkie Collins en esta novela con su habitual soltura narrativa. Mediante distintas voces narrativas, cartas y diarios, y unos diálogos brillantes.


Lo disfrute página por página, no está en la línea general de sus otras obras, aquí toma otro registro, con la crítica social a la Iglesia, y se hace muy interesante, sobre todo por como caracteriza al personaje del sacerdote. En general todos los personajes son muy buenos, como en otras novelas suyas bastantes diversos, desde los que te inspiran lástima hasta los que te inquietan, te estremecen (gran personaje Stella). Y el final simplemente maravilloso.
Muy recomendable.


***

“Cristo puso un niño sobre sus rodillas. Los sacerdotes se llaman a sí mismos ministros de Cristo, pero me han abandonado, por culpa de este niño que tengo entre mis rodillas. Que error, que gran error. La Muerte es una gran maestra. Ahora comprendo cuanto me equivoqué…y todo lo que he perdido.”

“Cuando una mujer cede ante engaños de más importancia, con intención de proteger sus más preciados intereses conyugales, el mal se ve incrementando proporcionalmente. El engaño, que es el arma defensiva natural utilizada por el débil contra el fuerte, deja entonces de estar confinado dentro de los límites que le asignan el respeto por uno mismo y las restricciones de la educación. En dicha tesitura, una mujer se rebajará, cegada, a actos mezquinos que le repugnarían si fueran cometidos por otra persona.”

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