Santiago de Compostela a principios del siglo XX. El mundo estudiantil, cargado de humorismo y costumbrismo y un cierto gamberrismo desenfadado. Gerardo Roquer, un joven madrileño, acomodado y bastante pijo se instala en esa ciudad gallega. Conoce a la bella Carmiña, se enamoran, se prometen amor eterno y cuando parece que la felicidad es cosa hecha, un negro nubarrón se interpone en sus vidas.
La casa de la Troya, publicada en 1915, es la primera novela que leo de Pérez Lugín. Ha sido un descubrimiento este autor y me ha gustado tanto el libro que mi intención es leer más obras del escritor en el futuro. Recrea la vida universitaria de Santiago de Compostela y de la propia ciudad de una forma especial, porque en los párrafos se intuye amor amor y nostalgia (la morriña gallega que he conocido en otro libro), por lo que se entiende que en esta obra hay aspectos autobiográficos. Como su creador Gerardo Roquer es un estudiante de Derecho. Gerardo descubre la ciudad al principio con pesimismo por la tristeza que según él, emana la lluviosa Santiago, pero también descubre el amor en Carmiña, un verdadero amor. Esta novela habla sobre la motivación que nos produce el amor para evolucionar y esto lo vemos en el protagonista.
No conozco las influencias de este escritor, pero desde luego veo claros ecos a la obra de Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, a quienes se asemeja en estilo, y en el caso de la última, también comparte el amor de describir la belleza de Galicia. En concreto esta historia me recordó mucho a Fortunata y Jacinta. Se diferencia de ellos en el optimismo, por lo que vemos en el desenlace, en muchas de las obras de Bazán y Galdós no vemos nunca esperanza. En definitiva, una novela completamente recomendable con una ambientación y galería de personajes fantástica.
No conozco las influencias de este escritor, pero desde luego veo claros ecos a la obra de Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, a quienes se asemeja en estilo, y en el caso de la última, también comparte el amor de describir la belleza de Galicia. En concreto esta historia me recordó mucho a Fortunata y Jacinta. Se diferencia de ellos en el optimismo, por lo que vemos en el desenlace, en muchas de las obras de Bazán y Galdós no vemos nunca esperanza. En definitiva, una novela completamente recomendable con una ambientación y galería de personajes fantástica.
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“La soleada calle de San Andrés, la bahía amplia y azul; las leiras feraces de la otra orilla; la linda ría de burgo; la imponente majestad del océano; las galerías de la Marina refulgiendo al sol, la torre de Hércules, que se alza casi en el mar como una esperanza o un adiós, el castillo solitario en visión ante la ventanilla de la berlina, fueron despedidas por Gerardo con un sentido suspiro”
“Madrid como París me produce una impresión de soledad que acaba por inspirarme miedo y aviva mis deseos de volver a esta paz. Hay mucha gente pero entre tantas personas se encuentra uno solo, mientras que a aquí en estos pueblos pequeños, y en el campo, en el campo sobre todo, una voz de dolor y de angustia halla siempre un eco y el auxilio y cuando menos, la simpatía de un corazón compasivo.”
“En Santiago no llueve como en el resto del mundo. Allí la lluvia es cosa de pesadez, de encono, de obseción. Un llover sin descanso, sin tregua, sin esperanza de sol. (…) Un ambiente de mortal tristeza invade la ciudad. Todos los ruidos de alegría cesan y sólo se oye, monótono, tedioso, tozudo, acabador, el estruendo del agua que arrojan a torrentes por sus anchas bocaslas enormes gárgolas, con tanta furia, con odio tal que salta violenta al tocar las piedras del suelo, como si quisiera subir otra vez a las nubes para dejarse caer de nuevo sobre la maltratada Compostela”
“Aquí en Santiago cada piedra te es un capítulo de Historia, cuando no un tomo entero”
“Sonó la inefable música de un beso. Rompieron a cantar unos jilgueros en el castaño vecino. Las olas llegaban mansas con un dulce murmullo, a tenderse en la riente playa de Gandarío. Entregábanse temblando las hojas de los árboles a las caricias de la brisa. De los campos venía un olor fuerte, sano, a tierra vigorosa y fecunda. Las higueras y las mentas embalsamaban el aire con ese aroma suave y voluptuoso de Galicia. El sol poniente enrojecía los cristales de las blancas casitas de Miño, en la otra orilla de la ría.”
2 comentarios:
Sabía que te iba a gustar ;D
Un biquiño
Sí, me gusto mucho, y descubrí a este gran autor gracias a ti.
Un abrazo.
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