lunes, febrero 15, 2010

SULTANA de Jean Sasson


Ésta es la historia verídica de una mujer nacida en la opulencia de la familia real de Arabia Saudí y que tuvo el valor de desafiar las normas y tradiciones que la obligaban a vivir en una jaula dorada. La princesa Sultana poseía cuatro mansiones en tres continentes, un jet privado y una incalculable fortuna. Pero no tenía libertad ni control sobre sus propios actos. Oculta tras su chador, era una prisionera, y los carceleros sus padres, su esposo, sus hijos. Aun a riesgo de ser condenada a muerte, Sultana revela la terrible opresión padecida por las mujeres saudíes de todas las extracciones sociales. Y lo hace con honestidad y detalle, describiendo su calvario personal y las arbitrarias circunstancias que lo han hecho posible...


Después de terminar Mil soles espléndidos, recordé que tenía pendiente hace bastante tiempo Sultana, y como el primero me impactó tanto y tenía la necesidad de conocer más historias como estas, me decidí. Aunque la temática es igual, es otro punto de vista. Hasta ahora me ha permitido conocer otra realidad de la que tampoco era consciente: el poder económico y social tampoco implica el bienestar y protección para las mujeres. Ni siquiera Sultana, la protagonista de esta historia, que pertenece a la familia real tiene más derechos o influencias, que una mujer de origen humilde. No puede implicarse de ninguna forma para mejorar la situación de los derechos humanos en su país, a pesar de su posición. Pero a pesar de ello, mantiene sus ideales y sueña con un futuro mejor para sus hijos, prueba de ello, es contarnos su historia.


Este es un libro muy duro como podéis imaginar, así que no lo podría recomendar abiertamente a todo el mundo, pero sí creo que es una historia que merece la pena conocer. Y quedarnos con su enseñanza de esperanza y amor, porque la protagonista aunque desde niña ya sea consciente del drama de las mujeres saudíes, se aferra a esas dos valores, y construye su propia felicidad.

***

“Mi primer recuerdo es una escena de violencia. Cuando yo tenía cuatro años, mi madre por lo general tan gentil, me abofeteó. ¿Por qué? Pues porque había imitado a mi padre en sus oraciones; pero en vez de hacerlo mirando a La Meca, lo hacía de cara a mi hermano Alí, que entonces tenía 6 años. Creía que era un dios. ¿Cómo podía creer otra cosa? Treinta dos años después, aún recuerdo el escozor de aquel cachete y cómo empecé a hacerme preguntas: si mi hermano no era un dios ¿por qué lo trataban como a tal?”


“Al final de la guerra nuestros hombres se dedicaron a rezar con gran fervor, pues se habían salvado de la amenaza de un ejército invasor… y de que las mujeres fuéramos libres. ¿Quién se atrevería a decir cuál de las dos amenazas les asustaba más?”

4 comentarios:

Isi dijo...

Bueno, siempre impresiona leer cómo tratan a las mujeres en estos países. Precisamente el libro que acabo de leer trata sobre la educación de las niñas árabes, y de cómo muchos hombres se negaban a escolarizar a sus hijas.
Parece mentira, ¿verdad?

Alexandre dijo...

Sí, es cierto.
Uno no sabe lo privilegiado que es viviendo en países con derechos humanos .
Bueno allá me voy a leerte.

Saludos.

Cyllan dijo...

Parece mentira y no lo es, claro que no lo es. No puedo con este tipo de lecturas Alex, demasiado duro, me pondría enferma antes de llegar al primer capítulo, o me entraría una depresión. Ni lo intento.

Anónimo dijo...

fíjate que nunca había pensado en la situación de las mujeres que económicamente son poderosas en estos países, porque siempre me había tocado leer de mujeres muy desprotegidas, pero que dependían del marido. Será interesante leer algo sobre las jaulas de oro, que como bien dice el dicho, no por ser de oro, dejan de ser prisiones.
¡Gracias por la reseña!
Ale.