Entrevista con el vampiro narra la conversión de un joven de Nueva Orleáns en eterno habitante de la noche. El personaje tiene un poderoso motivo para convertirse en un ser maldito: el sentimiento de culpabilidad por la muerte de su hermano menor. Pero desde el comienzo de su vida sobrenatural los sentimientos más humanos salen a su paso, en especial el amor, no exento de dependencia psicológica y sexual, por una de sus jóvenes víctimas.
Un libro que me ha sorprendido, el terror es un género que no he tocado tanto, pero me ha fascinado igualmente. Nunca había leído nada sobre el tema de los vampiros, me ha parecido muy interesante, me he quedado con ganas de más.
La historia al ser narrada en primera persona, en forma de diario, es apasionante desde las primeras páginas. El tono intimista de la narración, de manera que el personaje expresa todos sus sentimientos y emociones, hace muy atractiva la lectura. Llegas a vivir la historia con los personajes e identificarte con alguno a veces.
Muchos personajes son inolvidables, me gustaron mucho Lestat, Louis, Claudia y Armand. Mi favorito es Luois, me encanta su lucha interna entre sus dos naturalezas, su fondo noble, sus sentimientos por Claudia. Se niega a aceptar una naturaleza cruel.
A lo largo del libro hay escenas impactantes, que se quedan grabadas, a veces muy tristes. Los personajes establecen vínculos muy intensos, de gran carga emocional.
Otro mérito es que la trama va de menos a más, hasta desembocar en un final muy impactante. Nunca decaía, no paraban de suceder cosas.
Me fascinó también como recreaba los escenarios de Nueva Orleáns y París, y ese ambiente gótico, sobrecogedor, inquietante…
Muy recomendable.
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"»En el paisaje de mis pensamientos, yo había visto al demonio y ahora yo pensaba en el demonio. Desvié la mirada. Ella no me escuchaba tal como tú ahora me escuchas. Ella no escuchaba. Miré las estrellas. Lestat estaba listo, yo lo sabía. Era como si hiciera años que estaba listo con el carruaje. Tuve la súbita sensación de que mi hermano estaba allí y hacía años que estaba y que me hablaba en voz baja, pero excitada. Y lo que me decía era desesperadamente importante, pero se alejaba de mí con la misma rapidez con que lo decía, como el ruido de las ratas en los tablones de una casa inmensa. Hubo un sonido crujiente y un estallido de luz.
»—¡No sé si vengo o no del infierno! ¡No sé quién soy! —le grité a Babette, y mi voz ensordeció mis propios oídos—. ¡Voy a vivir hasta el fin de los tiempos y ni siquiera sé quién soy!"
" "¿Estoy condenado? ¿Provengo del infierno? ¿Mi naturaleza es satánica?" Me lo preguntaba una y otra vez. Y si lo era, ¿por qué entonces me rebelaba contra ella, y me disgustaba cuando Lestat mataba? Y todo el tiempo, cuando el deseo de morir me hacía ignorar la sed, ésta se volvía más fuerte; mis venas eran verdaderas redes de dolor en mi carne; me temblaban las sienes y, al final, no lo pude soportar más. Hecho trizas por el deseo de no participar —de morirme de hambre, de deshacerme en pensamientos—, por un lado, y las ganas de matar, por otro, me encontré en una calle vacía y desolada y oí el llanto de una niña."
"Mis palabras no lo pueden expresar ahora porque lo que París implica para mí es muy diferente de entonces, de aquellos días, de aquella época; pero aun ahora, cuando lo recuerdo, siento algo parecido a la felicidad. Y ahora tengo más razones que nunca para decir que la felicidad no es lo que jamás llegaré a conocer ni lo que mereceré conocer. No obstante, el nombre de París me hace sentirla. »A menudo la belleza mortal me duele y la grandeza mortal me puede llenar con esa añoranza que sentí con tanta desesperación en el Mediterráneo. Pero París me acercó a su corazón, y me olvidé por completo de mí mismo. Me olvidé de esa cosa condenada y sobrenatural que andaba con una piel mortal y unas vestimentas mortales. París me abrumó y me iluminó y me recompensó con más riquezas que cualquier promesa."
"»—Yo creí que tú lo superarías... Que, cuando se fuera el dolor, volverías a llenarte de vida y de amor y de esa curiosidad salvaje e insaciable con que llegaste a mí por primera vez, esa conciencia inveterada y esa sed de conocimiento que trajiste a París, a mi celda. Pensé que era una parte tuya que jamás moriría. Y creí que, cuando desapareciera el dolor, tú me perdonarías por lo que había hecho. Ella nunca te amó, tú lo sabes; no del modo en que yo te amé ni del modo en que tú nos amaste a las dos. ¡Yo lo sabía! ¡Lo comprendía! Y pensé que te unirías a mí y que yo te mantendría a mi lado. Y tendríamos todo el tiempo por delante y seríamos nuestros mutuos maestros. Todas las cosas que te hicieran feliz, me harían feliz a mí; y yo sería el protector de tu dolor. Mi poder sería tu poder. Mi fortaleza lo mismo. Pero tú estás muerto en tu interior para mí, estás frío y lejos de mi alcance. Es como si yo no estuviera aquí, a tu lado. Y al no estar aquí a tu lado, siento la horrible sensación de que no existo. Y tú estás tan distante de mí y tan frío como esas pinturas modernas de líneas y formas duras que no puedo amar ni comprender, tan extraño como esas duras esculturas mecánicas de esta época que no tienen forma humana. Tiemblo cuando estoy cerca de ti. Te miro a los ojos y mi reflejo no está allí..."