martes, marzo 25, 2008

LA TRIBUNA de Emilia Pardo Bazán


Se ha considerado siempre a La Tribuna como la novela en que Emilia Pardo Bazón ensaya la nueva técnica naturalista. No en vano aparece el mismo año que su defensa ardiente en La cuestión palpitante. En ella el obrero, como capa social bien determinada, con sus connotaciones políticas y sociales, aparece por primera vez en el panorama novelístico español. La crisis marcada por la Revolución de 1868, la emancipación de la mujer trabajadora, las reivindicaciones laborales del incipiente proletariado, etc..., constituyen la atmósfera espiritual que envuelve el mundo narrativo de esta obra.



La Tribuna (1882) está enmarcada en la Revolución de 1868, abarcando desde el incio hasta el triunfo de la revolución. La autora refleja una sociedad convulsa, el movimiento de las masas obreras, en sus páginas revela la posición de la mujer en esa época que siempre ha quedado relegada, con el personaje de Amparo. Así de la mano de Amparo vemos como a pesar de estar oprimidas, las mujeres también jugaron un papel en la Revolución y algunas, las más perseverantes y valientes, mantuvieron unos ideales y lucharon por sus derechos. Amparo es una mujer fuerte, que incentiva a sus compañeras cigarreras, les hace ver una realidad. Pardo Bazán tuvo mucho mérito en crear a este personaje, a mi juicio uno de los personajes femeninos más complejos que he conocido, y en defender a las mujeres, que en aquella época quedaban abandonadas en la literatura. En la novela se habla abiertamente del Republicanismo que defendían algunos sectores del pueblo, lo que sumando a la figura de las mujeres, esta obra sería muy controvertida en su época. Yo me inclino a pensar que en el libro aparecen los ideales de Doña Emilia y que Amparo es una parte de ella.
La novela se mueve en un ambiente sórdido, es la historia de la gente del pueblo, de los obreros que luchan por sobrevivir, la fábrica de cigarreras, aparecen muchos personajes, algunos llegan a conmover como es el caso de Chinto o Rosendo. A raíz de esta historia me he interesado por la obra de Emile Zola, de quien Pardo Bazán fue discípula. En definitiva, esta es una obra muy recomendable y hasta ahora es la quinta que disfruto de esta escritora en relativamente poco tiempo.



***

"Si el heroísmo es cuestión de temperatura moral, Amparo, que se hallaba a cien grados, tal vez se dejara fusilar por la causa sin decir esta boca es mía; y quién sabe si andando los tiempos no figuraría su retrato al lado del de Mariana Pineda en los cuadros que representan a los mártires de la libertad... Feliz o desgraciadamente, lo que ustedes quieran, que por eso no reñiremos, los tiempos eran más cómicos que trágicos, y los loables esfuerzos de Amparo no le obtuvieron otra corona de martirio sino el que en la Fábrica se prohibiese la lectura de diarios, manifiestos, proclamas y hojas sueltas, y que a ella y a otras cuantas que pronunciaron vivas subversivos y cantaron canciones alusivas a la Unión del Norte las suspendieran, como suele decirse, de empleo y sueldo. "


"-Gracias, hijas... -tartamudeó cabeceando senilmente-. Gracias, ciudadanas... Acércate, tribuna del pueblo... que nos una un santo abrazo de fraternidad... ¡Viva la tribuna del pueblo! ¡Viva la Unión del Norte!
-¡Viva! -balbució Amparo toda enternecida, ahogándose-. ¡Viva usted... muchos años! -Y el viejo y la niña estaban a dos dedos de romper a llorar, y algunos de los convidados se reían a socapa viendo aquel brazo paternal que rodeaba aquel cuello juvenil. "

"El día en que «unos señores» dijeron a Amparo que era bonita, tuvo la andariega chiquilla conciencia de su sexo: hasta entonces había sido un muchacho con sayas. Ni nadie la consideraba de otro modo: si algún granuja de la calle le recordó que formaba parte de la mitad más bella del género humano, hízolo medio a cachetes, y ella rechazó a puñadas, cuando no a coces y mordiscos, el bárbaro requiebro. Cosas todas que no le quitaban el sueño ni el apetito."

"Comenzaba a amanecer, pero las primeras y vagas luces del alba a duras penas lograban colarse por las tortuosas curvas de la calle de los Gastros, cuando el señor Rosendo, el barquillero que disfrutaba de más parroquia y popularidad en Marineda, se asomó, abriendo a bostezos, a la puerta de su mezquino cuarto bajo."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Sabías que doña Emilia pasó una temporada en una fábrica de tabacos para hacer investigaciones para esta novela? ;)

Anónimo dijo...

Si, sabía